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Propiocepción

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¿Qué es la propiocepción?

El término propiocepción deriva del latín proprius, que significa propio, de modo que es el sentido del propio cuerpo. Eso es lo que hace tan especial este sentido, ya que los otros cinco (gusto, olfato, vista, tacto y oído) son sentidos de exterocepción, por los que percibimos el mundo exterior, mientras que la propiocepción es un sentido de interocepción, por el que se tiene conciencia del estado interno del cuerpo.

De acuerdo con lo explicado en el párrafo anterior, la propiocepción es la capacidad de sentir las propias partes del cuerpo y de saber la localización de las mismas. Gracias a ella tenemos consciencia corporal y podemos saber en cada momento cual es la posición exacta de cada parte corporal. Cualquier persona sin necesidad de mirarse las manos sabrá si están cerradas o abiertas.

El término propiocepción deriva del latín proprius, que significa propio, de modo que es el sentido del propio cuerpo.

La información que proporciona la propiocepción a nuestro cerebro es necesaria para poder regular la dirección y rango de los movimientos que hace nuestro cuerpo en relación con el medio que nos rodea. Además, permite reaccionar y dar respuestas automáticas, planificar los movimientos que hacemos, y también nos ayuda en el equilibrio, la coordinación de ambos lados del cuerpo, el mantenimiento del nivel de alerta del sistema nervioso e incluso influye en el desarrollo emocional.

¿Quienes nos aportan la información propioceptiva?

Toda la información propioceptiva nos llega al cerebro gracias a diferentes estructuras o receptores. Básicamente los datos que mandan son la cantidad de contracción y de estiramiento muscular. Los principales receptores son:

  • Husos nueromusculares: se encuentran en el vientre muscular e informan de la cantidad y la velocidad de la contracción muscular. Son los responsables del reflejo miotático ante un estiramiento excesivo.
  • Órganos tendinosos de Golgi: se sitúan en los tendones e informan de la tensión que desarrolla el músculo. Responde a incrementos y disminuciones en la tensión muscular, principalmente durante la contracción muscular. 
  • Receptores de la cápsula articular y de los ligamentos: son los receptores de Ruffini, de Paccini, de Golgi-Mazzoni y de terminación libre. Parece ser que su información es relevantes sobretodo cuando las estructuras articulares están dañadas o lesionadas.
  • Receptores vestibulares del oído interno. Estos se pueden trabajar desde bien pequeños, con un elemento tan sencillo como la tabla curva.
  • Receptores de la piel, sobretodo en las extremidades.

«Hoy en día se conoce a la propiocepción como la conciencia de posición movimiento articular, velocidad y detección de la fuerza de movimiento.»  – Saavedra, 2003

¿Qué puede hacer que tengamos una mala propiocepción?

Ante cualquier lesión muscular o articular los receptores que hemos nombrado antes pueden verse afectados. Simplificando a nivel fisiológico, lo que les sucede es que se quedan un poco dormidos o enlentecidos, es decir, no mandan la información correcta al sistema nervioso central. También pueden verse afectados por el paso del tiempo, el envejecimiento hace que perdamos capacidad de propiocepción. Lo que tenemos que hacer es estimularlos de manera progresiva para que vuelvan a su estado anterior.

¿Cuales son las consecuencias que la tengamos mal?

Sin la información propioceptiva no podríamos movernos de manera correcta. Nuestros movimientos no se podrían adecuar al entorno que nos rodea. A nivel de lesiones musculoesqueléticas una mala propiocepción va a hacer que dichas lesiones tengan más posibilidad de repetición.

Pongamos en el ejemplo de la lesión típica de un esguince de ligamento lateral del tobillo. Cuando ha pasado la fase aguda y el paciente puede caminar correctamente si no se han hecho un trabajo propioceptivo habrá muchas más posibilidades de que se ese tobillo se vuelva a torcer. La explicación es muy sencilla, ante cualquier pequeño tropiezo, irregularidad del terreno o cualquier estímulo que desequilibre a la persona necesitamos que los propioceptores envíen la información al cerebro para que regule el tono muscular de todos músculos del pie y evitar así una nueva torcedura. Es común encontrar a personas que acuden a consulta con una diagnóstico de esguince crónico de repetición con sensación de que el tobillo no les sujeta y al preguntarles por su historial descubrimos que nunca han trabajado la propiocepción. Esto mismo se puede extrapolar a muchas otras lesiones.

Ejercicios de propiocepción

En fisioterapia contamos con multitud de ejercicios simples pero muy eficaces que nos ayudan a mejorar la respuesta propioiceptiva tras una lesión. Fundamentalmente se trata de ejercicios de equilibrio, coordinación y cambio de superficies para la articulación o músculos que se han visto afectados. Es importante ir de manera progresiva, es decir, empezar por los ejercicios más sencillos e ir complicándolos poco a poco. Lo mismo pasa con el cambio de superficies. Al principio se puede hacer ejercicios sobre un pie a pata coja y después ir metiendo elementos como el bosu, el t-bow simplemente pelotas o cojines que aumenten la dificultad del ejercicio.

En consulta nos adaptaremos al tipo de lesión que presenta cada paciente y a su estado físico. Obviamente la recuperación de la propiocepción no va a ser igual para un deportista que para una persona de edad avanzada. Los ejercicios de propiocepción deben comenzarse al pronto pueda el paciente y no dejarlos para el final del tratamiento.

A nivel deportivo de competición se recomienda hacer un trabajo de propiocepción de manera regular. Con ello se consigue prevenir las lesiones articulares. A muchos pacientes les decimos que estos ejercicios los podrán hacer siempre que quieran al igual que pasa con los estiramientos.

¿QUÉ BENEFICIOS TIENE ENTRENARLA?

A través del entrenamiento propioceptivo, los reflejos básicos incorrectos tienden a eliminarse para optimizar la respuesta. Se sabe que si se entrena la propiocepción, mejoran los siguientes aspectos:

  • Fuerza: Los procesos reflejos que incluye la propiocepción estarían vinculados a las mejoras funcionales en el entrenamiento de la fuerza.
  • Flexibilidad: al conseguir una mayor relajación muscular (respuestas reflejas del aparato de Golgi) podemos incrementar la amplitud de movimiento en el estiramiento con mayor facilidad. 
  • Coordinación: Con el entrenamiento propioceptivo, se puede mejorar la regulación de los parámetros espacio-temporales del movimiento, la capacidad de mantener el equilibrio, el sentido del ritmo, la capacidad de orientarse en el espacio, así como la capacidad de relajar los músculos

¿CÓMO PUEDE AYUDARNOS LA PROPIOCEPCIÓN A PREVENIR LESIONES?

Imagen extraída de BuenaForma

Se sabe que la propiocepción es muy importante para poder reducir el riesgo de lesiones, sobretodo si hacemos referencia a las lesiones deportivas que afectan a los miembros inferiores. Por ejemplo, trabajar la propiocepción puede ayudar a mejorar la estabilidad de tobillo hasta en un 29%. También es muy importante para muchas otras patologías, como:

Como ya hemos comentado anteriormente, los ejercicios de propiocepción ayudan a recuperarse de lesiones más rápido y eficazmente, pero también son muy recomendables para prevenir lesiones, siendo este último un objetivo a largo plazo para todos los pacientes.

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